23 años cumplió justo la misma mañana que te fuiste de casa sigilosamente, demostrando una vez más lo poco amigo que eres de los ruidos y, mucho menos, de las estridencias. Eso sí, hasta ese momento te hartaste de roncar... y yo también.
No sé por qué me vino a la memoria, quizás exista la telepatía, pero me pareció oirla hablar en el silencio de la madrugada. "Imaginaciones mías" me dije; y seguí caminando sin rumbo, sólo por el placer de tomar el fresco, tan apetecible en estas primeras noches de Septiembre.
No, no era mi imaginación. Después de abrazarme y darme dos besos, agachó la cabeza y se señaló con el índice la leyenda escrita en el pecho de su camiseta de tirantas: "Jaime".
