lunes, 6 de julio de 2009

Pereza Marsoperil

El otorrino que me operó de amígdalas y vegetaciones cuando yo tenía 9 años, se llamaba Dr. DAÑINO. Sí, el padre del capulletoide que ahora ostenta el mismo apelativo, no sé si calvo, pero con gafas y pinta de pingüino planchado/almidonado.
Por cierto: estaba yo hablando con un oso polar acerca de la crisis y de las cabalgatas tortillomoñeriles que han tenido lugar a lo largo de la piel de torovaca -que ya son iguales también, todo bóvidos ellos ¡qué mooonoss!- con participación en primera plana de nuestra excelsa miembra ministra de igualdad, ayudando con sus zorrunas manitas a portar la pancarta proclamadora del orgullo de los mariconazos, tortilleras de pro y otros plumosos advenedizos que se apuntan a cualquier tipo de bombardeo, cuanto más estrambótico y descerebrado, muchísimo mejor. Me pregunto si nuestra amantísima miembra reina por un día de las narices desmesuradas, se prestaría a posar con la misma poquísimavergüenza -todo junto- en una manifestación que proclamara el orgullo de los normales -aunque pretendan convencerme de que los normales son Almodóvar y Macnamara- portando una pancarta con una gran polla* y un par de güevos frescos...
...Bueno, eso, que charlaba yo con el oso polar y de pronto apareció una bandada de pingüinos antropófagos, ávidos de sangre y carne fresca. A pesar de pegar saltos histéricamente con sus patas delanteras para romper el hielo, el oso polar no tuvo tiempo de escabullirse de la desmelenada manada pingüinerocaníbal que, en pocos minutos y con desmesurada ansiedad, lo desmenuzaron a picotazo limpio.
Rápidamente hice zapin para evitar ver aquella escabechina: fue entonces cuando aparecieron el Tour de France y la voz de Perico Delgado.
Como soy un marsopo, hago cual idem (no sé cómo hace el marsopo, qué sonido o cántico, quiero decir).
¡Ah! me han dicho que han sido vistos algunos pingüinos vendiendo una piel de oso polar en la boca del metro de SOL, frente a Preciados...





* polla: gallina nueva que aún no ha puesto huevos. Como véis, lo de los "güevos frecos" no es por gusto.