"Er zó de los gitanos"; así se explicaba cuando yo era pequeño la aparición del sol por entre las nubes tras un chaparrón o incluso durante el mismo, pues por el capricho del viento, que dispersa las nubes, puede verse llover y lucir el sol al mismo tiempo. Ignoro el por qué se le llamaba a este fenómeno "el sol de los gitanos", aunque sí recuerdo lo muy extendido de la frase: todo el mundo sabía su significado. Y era habitual salir corriendo a refugiarse de cualquier aguacero-sorpresa y al salir el sol, casi siempre había alguno que decía: "ya ha escampao, ha zalío er zó"; para que algún otro contestase: "este es er zó de los gitanos..."
Viernes Santo. El cielo ha amanecido gris y ha dejado caer algunas gotas alarmantes para las hordas capilleras, temerosas por el posible deterioro de las insignias y tótems de las diferentes facciones de la tribu.
Estoy casi seguro: a las 5 de la tarde -¡esas terribles 5 de la tarde!- si no aquél de los gitanos, estará por Sol el sol (el de siempre, el que sale todos los días para todo el mundo) -aunque se pase todo el día jugando al econdite con las nubes de Abril- esperando de frente al "Melenas", al Cristo De los Gitanos. El Cristo.
P.S.
Esto ha sido escrito a las 8 de la mañana, estaba lloviendo. Ya veremos qué pasa. Dejo programada la aparición de la entrada para las 5 de la tarde...
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(sobre las 6 de la tarde)...el Poniente arremolina a los vecinos de arriba a abajo de Sol. Algunos dan de beber a los "cargaores", otros saludan a algún conocido del barrio o simplemente miran hacia lo alto, buscando la mirada del melenudo expirante. Saetas aquí y allá; muchos se persignan, muchos le rezan, todos lo miramos. Una viejecita, ya algo encorvada por el tiempo, se acerca corriendo hasta el paso aprovechando una clarita entre parada y parada y exclama su plegaria: "¡zalú, ná má que zalú pa mizijho...!"