Ella dice que la ciudad, desde cierta perspectiva, se ve incluso bonita. El piensa que desde otra perspectiva no muy lejana a la de ella, incluso no parece la misma ciudad. Ambas perspectivas se funden en una sola y ambos observadores abandonan el mundo que pisan en ese momento.
Por una ventana con vitrinas llenas de helados, un gordo vestido de camarero y su compañero, más chupado y de orejas algo soplilleras, miran con cara de salidos y ella sonríe. Yo les aconsejo que cambien de equipo como un primer paso para que se les vaya quitando ese gesto de alobados que tienen.
El Señor Patata ha desaparecido: al parecer se ha instalado en otra ciudad más importante y sólo atiende bajo cita previa. Ante este panorama, era mejor sentarse y tomar una empanada de carne y un zumo de naranja natural, acompañado por una hermosa dama que bebe espumosos batidos de chocolate.
Unos danzarines de coreografía bailan en un pseudotablado, admirados por boquiabiertos extranjeros y japoneses (que también son extranjeros). En el tabanco * de la esquina, enfrente del freidor del gallego que inunda toda la calle de un denso olor a fritanga, no suelen entrar guayabos impresionantes, así que me apresuré en el encargo para no producir daños irreparables entre el personal chascarrillero; en la puerta, dos extranjeros hablan en alemán mientras catan los caldos de la tierra como dos parroquianos de toda la vida.
Había que buscar al Señor Patata en la gran ciudad, había que despedirse. La botella de morenita**estaba mejor en el suelo mientras las dos perspectivas del principio se volvían una sola.
Todo transcurre rápidamente, el tiempo no suele detenerse cuando la belleza le imprime velocidad, así que todos los besos del mundo son pocos, sin importar la gente que no cesa de pasar, si miran o no...
* Tabanco: en Jerez de la Frontera (Cádiz), taberna donde básicamente se consumen vinos.
** Morenita: mezcla de vino fino u oloroso con vino dulce, generalmente moscatel o Pedro Ximénez.
Por una ventana con vitrinas llenas de helados, un gordo vestido de camarero y su compañero, más chupado y de orejas algo soplilleras, miran con cara de salidos y ella sonríe. Yo les aconsejo que cambien de equipo como un primer paso para que se les vaya quitando ese gesto de alobados que tienen.
El Señor Patata ha desaparecido: al parecer se ha instalado en otra ciudad más importante y sólo atiende bajo cita previa. Ante este panorama, era mejor sentarse y tomar una empanada de carne y un zumo de naranja natural, acompañado por una hermosa dama que bebe espumosos batidos de chocolate.
Unos danzarines de coreografía bailan en un pseudotablado, admirados por boquiabiertos extranjeros y japoneses (que también son extranjeros). En el tabanco * de la esquina, enfrente del freidor del gallego que inunda toda la calle de un denso olor a fritanga, no suelen entrar guayabos impresionantes, así que me apresuré en el encargo para no producir daños irreparables entre el personal chascarrillero; en la puerta, dos extranjeros hablan en alemán mientras catan los caldos de la tierra como dos parroquianos de toda la vida.
Había que buscar al Señor Patata en la gran ciudad, había que despedirse. La botella de morenita**estaba mejor en el suelo mientras las dos perspectivas del principio se volvían una sola.
Todo transcurre rápidamente, el tiempo no suele detenerse cuando la belleza le imprime velocidad, así que todos los besos del mundo son pocos, sin importar la gente que no cesa de pasar, si miran o no...
* Tabanco: en Jerez de la Frontera (Cádiz), taberna donde básicamente se consumen vinos.
** Morenita: mezcla de vino fino u oloroso con vino dulce, generalmente moscatel o Pedro Ximénez.