Seguimos por los valles pirenaicos, ahora por Aragón, concretamente por las comarcas de Ribagorza, Sobrarbe, Alto Gállego, Somontano y Jacetania, limitando la primera con Cataluña y la última con Navarra y todas ellas lindantes con Francia al norte, cúmulo de circunstancias que le confieren una serie de particularidades diferenciadoras, ya folclórico/tradicionales, ya ligüistico/étnicas o una mezcla de todas o de algunas de ellas. Predomina el elemento occitano, unas veces tendente a lo catalán y otras a lo netamente aragonés, sin olvidar que esto último no deja de estar impregnado de un leve atisbo del primitivo gascón o vascón y que estas comarcas eran la Marca Hispánica lindantes con Aquitania y el Bearn y luego serían el Reino de Navarra antes que Aragón naciese como país.
Ribagorza y Sobrarbe
La comarca de Ribagorza se encuentra en el extremo nororiental de la provincia de Huesca, en el límite pirenaico con Francia, lindando al oeste con la también aragonesa comarca del Sobrarbe y al este con Cataluña (Valle de Arán, Alta Ribagorza y Pallars). Se encuentran en la Ribagorza los Montes Malditos, con el pico de Aneto, el más alto de los Pirineos (3.404 m.) o La Maladeta (3.308 m.) -la más alta.
Fue en la Edad Media un condado perteneciente a Navarra, exactamente como lo era el entonces pequeño condado de Aragón, al que pasó a pertenecer al constituirse este como reino. Bajo el reinado de Jaime I se fijaron los límites entre Aragón y Cataluña y se le daban a esta última partes del Sobrarbe y Ribagorza que después su sucesor, Jaime II, devolvió a Aragón a pesar de las protestas de las Cortes Catalanas. Después, el condado de Ribagorza siguió manteniendo un sistema feudatario, pues los habitantes estaban amparados por un fuero especial que los eximía del vasallaje. Esto terminó definitivamente en 1707. De todas formas, estas comarcas de Huesca que limitan con Cataluña, presentan peculiaridades, resultados de la mezcla lingüística, algo que también les ocurre a sus vecinos leridanos del otro lado de la franja(1).
Hablan gran parte de los ribagorzanos el aragonés, con algunos subdialectos como el del Valle de Benasque -La Bal de Benás, llamado patués y que es una lengua de transición entre el gascón y el aragonés y el catalán antiguos, o el de Benabarre-Benavarri, prácticamente catalán(2). El aragonés, de origen románico, es denominado por los lingüistas navarroaragonés cuando se refieren al estadio medieval de esta lengua, nacida del latín vulgar sobre un marcado sustrato vascón y algunos préstamos del celta galo. Ya en la entrada anterior, referida al Valle de Arán, se nombran algunos topónimos de Ribagorza y el Sobrarbe donde puede notarse la existencia de un sustrato prerromano, vascón o íbero. Hay constancia de esta lengua navarroaragonesa en las Crónicas Emilianenses (s.X) de San Millán de la Cogolla, escritas en la variante riojana de la época (La Rioja no entró a formar parte de Castilla hasta el s.XI) y que contienen glosas al margen, de las cuales al menos dos están escritas en vascuence.
Este habla de Ribagorza sería actualmente la principal del aragonés oriental.
Bujaruelo es hoy un valle abandonado, aunque la normativa para el uso de sus pastos por los ganaderos de ambos países se remonta a la Edad Media; asimismo, en virtud de las llamadas Concordias, se permitía el paso a Francia de rebaños de vacas y ovejas cuando los pastos del lado español escaseaban. Recordar que muy cerca de aquí se encuentra el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido que podemos decir, grosso modo, continúa en la parte francesa y "conecta" con el Parc National des Pyrénées.
Fue en la Edad Media un condado perteneciente a Navarra, exactamente como lo era el entonces pequeño condado de Aragón, al que pasó a pertenecer al constituirse este como reino. Bajo el reinado de Jaime I se fijaron los límites entre Aragón y Cataluña y se le daban a esta última partes del Sobrarbe y Ribagorza que después su sucesor, Jaime II, devolvió a Aragón a pesar de las protestas de las Cortes Catalanas. Después, el condado de Ribagorza siguió manteniendo un sistema feudatario, pues los habitantes estaban amparados por un fuero especial que los eximía del vasallaje. Esto terminó definitivamente en 1707. De todas formas, estas comarcas de Huesca que limitan con Cataluña, presentan peculiaridades, resultados de la mezcla lingüística, algo que también les ocurre a sus vecinos leridanos del otro lado de la franja(1).
Hablan gran parte de los ribagorzanos el aragonés, con algunos subdialectos como el del Valle de Benasque -La Bal de Benás, llamado patués y que es una lengua de transición entre el gascón y el aragonés y el catalán antiguos, o el de Benabarre-Benavarri, prácticamente catalán(2). El aragonés, de origen románico, es denominado por los lingüistas navarroaragonés cuando se refieren al estadio medieval de esta lengua, nacida del latín vulgar sobre un marcado sustrato vascón y algunos préstamos del celta galo. Ya en la entrada anterior, referida al Valle de Arán, se nombran algunos topónimos de Ribagorza y el Sobrarbe donde puede notarse la existencia de un sustrato prerromano, vascón o íbero. Hay constancia de esta lengua navarroaragonesa en las Crónicas Emilianenses (s.X) de San Millán de la Cogolla, escritas en la variante riojana de la época (La Rioja no entró a formar parte de Castilla hasta el s.XI) y que contienen glosas al margen, de las cuales al menos dos están escritas en vascuence.
Este habla de Ribagorza sería actualmente la principal del aragonés oriental.
Placa dedicatoria con las dos frases en vascuence (mitad inferior izquierda, en mayúsculas grandes) que aparecen en las glosas de las Crónicas Emilianeneses.
En cuanto al Sobrarbe, que en tiempos llegó a ser condado y más tarde reino, decir que proviene de la Marca Hispánica y que, al parecer, perteneció a Iñigo Arista conde de Sobrarbe y primer rey de Navarra. Fue absorbido por Ribagorza y ambos por el Reino de Navarra hasta que, alrededor de 1038, Ramiro I, primer rey de Aragón, incluyó estos territorios bajo su recién estrenada corona. Se considera pues al Sobrarbe germen fundador de Aragón junto a Hecho y Canfranc. Entre los lugares que llaman la atención está Gistaín-Chistau, cabecera del valle de su mismo nombre, que ya en la propia dualidad de su topónimo tiene implícita la peculiar forma de habla aragonesa de la zona, el chistabín, una de las más arcaicas y menos castellanizadas. En la pradera de S. Nicolás de Bujaruelo hay un precioso puente románico sobre el río Ara, muy cerca de los puestos fronterizos.Bujaruelo es hoy un valle abandonado, aunque la normativa para el uso de sus pastos por los ganaderos de ambos países se remonta a la Edad Media; asimismo, en virtud de las llamadas Concordias, se permitía el paso a Francia de rebaños de vacas y ovejas cuando los pastos del lado español escaseaban. Recordar que muy cerca de aquí se encuentra el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido que podemos decir, grosso modo, continúa en la parte francesa y "conecta" con el Parc National des Pyrénées.
Valle de Tena
Situado en el Alto Gállego, comunica con Francia a través del Portalet d'Aneu - O Portalet dera Nieu. La actual división en municipios ha borrado un tanto la tradicional división en quiñones y vicos. Un quiñón sería el equivalente a un municipio o agrupación de municipios. Los vicos corresponderían a los barrios de cada quiñón según, más o menos, sus parroquias. La Partacua, Panticosa y El Pueyo/Hoz de Jaca serían los tres quiñones primitivos en que se dividía administrativamente el valle.
Se habla aquí el aragonés como una transición entre el occidental y el oriental, siendo característico el de Panticosa- Pandicosa, llamado panticuto o pandicuto.
Canfranc - Canfrán
La veracidad de esta rocambolesca anécdota fue producto de discusión durante años, negando muchos que algo así llegase a ocurrir realmente puesto que no se tenían pruebas materiales, sólo rumores y defendiendo otros la postura contraria y aduciendo que la falta de pruebas era debida a la manipulación informativa en tiempos de Franco y que incluso a los habitantes de Canfranc se les exigía un salvoconducto para poder entrar y salir del pueblo, aparte de hacerles jurar mantener silencio so pena de represalias, acerca del trasiego de mercancias por parte de los alemanes. La polémica quedó definitivamente aclarada a favor de los que defendían la autenticidad de los hechos en el año 2000.
Un conductor de autobuses y guía turístico, Jonathan Díaz, fracés de origen español (nada raro en esas latitudes) -cuenta- que encontró unos papeles con cifras que le llamaron la atención en la puerta del edificio abandonado de la estación y se metió algunos en el bolsillo. Al leerlos en su casa, vió lo del oro y volvió a recoger el resto, resultando ser apuntes de las cuentas y cantidades del oro y otras riquezas transportadas por los nazis. Según estos documentos llegarían a Canfranc unas 86 toneladas de oro. RENFE, propietaria del edificio, denunció a Díaz por apropiación indebida en dependencia pública, pero al final los papeles fueron donados al ayuntamiento de Canfranc en 2002. De todas formas, del destino final del oro nada se sabe.
Pueblo netamente fronterizo situado en el valle del río Aragón al pie de Somport, el puerto de montaña que lo comunica con el Valle de Aspe en el Bearn francés e importantísimo paso del Camino de Santiago aragonés.
Dos cuestiones me hacen detenerme en este pintoresco lugar de la comarca Jacetana que ha visto el trasiego de innumerables peregrinos, contrabandistas, comerciantes de frontera, soldados y toda clase de viajeros a lo largo de su antiquísima vida como paso fronterizo de primer orden entre la península y el resto de Europa.
La primera cuestión, el incendio del antiguo pueblo medieval, o mejor dicho, los incendios, pues hubo uno ocurrido en 1617 y otro mucho más devastador en 1944. La destrucción fue tal que el ayuntamiento y la capitalidad del municipio se trasladaron al Barrio de la Estación, antiguamente lugar llamado Los Arañones, a unos 4 km. de suerte que hoy se puede hablar de un pueblo con dos entidades poblacionales: Canfranc Pueblo o Canfranc Quemado y Canfranc-Estación, esta última poblada por unos 550 habitantes de los más o menos 650 del total.
La segunda e inevitable es la estación internacional de ferrocarril, hoy día convertida en símbolo del sentir de Aragón.
Aunque desde el inicio del proyecto, en 1890, los franceses intentaron que la estación fuese construída en su terreno, el tesón de los aragoneses logró que les fuese adjudicada en 1907. De todas formas la explotación sería a medias entre los dos países, quedando separadas las vías francesas de las españolas por el mismo edificio de la estación, dotada de puestos adueneros en su interior. Inaugurada al alimón por Alfonso XIII y G. Doumergue, presidente francés, en 1928, fue todo un alarde de ingeniería en su época debido a lo abrupto e irregular del terreno, amén de las frecuentes avalanchas y aludes provocados por la deforestación del terreno por la sobreexplotación maderera en siglos anteriores. Junto al proyecto arquitectónico se realizó otro destinado a la restauración hidrológica y reforestación del bosque autóctono para que la masa arbórea actuase como freno y retén de aludes y desprendimientos de tierra y rocas. Entre 1903 y 1928 se plantaron más de siete millones (7.000.000) de árboles de diferentes especies y se realizaron trabajos de canalización, muros de contención, diques, etc. que en conjunto costaron más que la propia obra ferroviaviaria. Sin este trabajo paralelo en el entorno natural, la vía no hubiese podido atravesar el valle con seguridad; aún hoy día sigue siendo una muestra ejemplar de, digamos, restauración del medio ambiente.
Ecología aparte, el edificio de la estación propiamente dicha es, sin duda, magnífico e impresionante.
Desgraciadamente la línea hoy día está cortada, algo que ya ocurrió, pero por diferente motivo y obvias razones, entre 1936 y 1940. En 1970, un mercancías francés descarriló a la entrada del puente de estructura metálica de L'Estanguet, en Francia, produciendo graves destrozos que nunca han sido reparados, lo que obligó a la suspensión del tránsito y al cierre de la estación, que permanece abandonada a pesar de los contínuos esfuerzos de diversos grupos para que sea restaurada y restablecida la línea; ante los repetidos requerimientos por parte del gobierno español, la única respuesta francesa fue en 1993 el proyecto de construcción de una nueva autovía y un gran túnel de carretera por Somport. En la actualidad la polémica sigue abierta.
Dos cuestiones me hacen detenerme en este pintoresco lugar de la comarca Jacetana que ha visto el trasiego de innumerables peregrinos, contrabandistas, comerciantes de frontera, soldados y toda clase de viajeros a lo largo de su antiquísima vida como paso fronterizo de primer orden entre la península y el resto de Europa.
La primera cuestión, el incendio del antiguo pueblo medieval, o mejor dicho, los incendios, pues hubo uno ocurrido en 1617 y otro mucho más devastador en 1944. La destrucción fue tal que el ayuntamiento y la capitalidad del municipio se trasladaron al Barrio de la Estación, antiguamente lugar llamado Los Arañones, a unos 4 km. de suerte que hoy se puede hablar de un pueblo con dos entidades poblacionales: Canfranc Pueblo o Canfranc Quemado y Canfranc-Estación, esta última poblada por unos 550 habitantes de los más o menos 650 del total.
La segunda e inevitable es la estación internacional de ferrocarril, hoy día convertida en símbolo del sentir de Aragón.
Aunque desde el inicio del proyecto, en 1890, los franceses intentaron que la estación fuese construída en su terreno, el tesón de los aragoneses logró que les fuese adjudicada en 1907. De todas formas la explotación sería a medias entre los dos países, quedando separadas las vías francesas de las españolas por el mismo edificio de la estación, dotada de puestos adueneros en su interior. Inaugurada al alimón por Alfonso XIII y G. Doumergue, presidente francés, en 1928, fue todo un alarde de ingeniería en su época debido a lo abrupto e irregular del terreno, amén de las frecuentes avalanchas y aludes provocados por la deforestación del terreno por la sobreexplotación maderera en siglos anteriores. Junto al proyecto arquitectónico se realizó otro destinado a la restauración hidrológica y reforestación del bosque autóctono para que la masa arbórea actuase como freno y retén de aludes y desprendimientos de tierra y rocas. Entre 1903 y 1928 se plantaron más de siete millones (7.000.000) de árboles de diferentes especies y se realizaron trabajos de canalización, muros de contención, diques, etc. que en conjunto costaron más que la propia obra ferroviaviaria. Sin este trabajo paralelo en el entorno natural, la vía no hubiese podido atravesar el valle con seguridad; aún hoy día sigue siendo una muestra ejemplar de, digamos, restauración del medio ambiente.
Ecología aparte, el edificio de la estación propiamente dicha es, sin duda, magnífico e impresionante.
Desgraciadamente la línea hoy día está cortada, algo que ya ocurrió, pero por diferente motivo y obvias razones, entre 1936 y 1940. En 1970, un mercancías francés descarriló a la entrada del puente de estructura metálica de L'Estanguet, en Francia, produciendo graves destrozos que nunca han sido reparados, lo que obligó a la suspensión del tránsito y al cierre de la estación, que permanece abandonada a pesar de los contínuos esfuerzos de diversos grupos para que sea restaurada y restablecida la línea; ante los repetidos requerimientos por parte del gobierno español, la única respuesta francesa fue en 1993 el proyecto de construcción de una nueva autovía y un gran túnel de carretera por Somport. En la actualidad la polémica sigue abierta.
Túnel ferroviario internacional de Somport (lado español) hoy en lamentable estado de abandono.
Y entre las múltiples historias que han tenido lugar en este valle pirenaico, la del Oro de los Nazis es una que ha llamado mi atención.
Siempre había existido el rumor de que durante la 2ª Guerra Mundial los alemanes enviaron bastantes trenes desde Francia, cargados de objetos de arte, joyas y metales preciosos, con destino a Madrid y Lisboa, a la sazón capitales de dos países declarados neutrales, con objeto de poner a salvo el producto de la rapiña y el saqueo propios de la guerra(3). A este oro se le conocía también popularmente, aparte de oro de los nazis y oro de los alemanes, como el oro de los muertos ya que, se decía, en gran medida procedía de los judíos masacrados en los campos de exterminio.La veracidad de esta rocambolesca anécdota fue producto de discusión durante años, negando muchos que algo así llegase a ocurrir realmente puesto que no se tenían pruebas materiales, sólo rumores y defendiendo otros la postura contraria y aduciendo que la falta de pruebas era debida a la manipulación informativa en tiempos de Franco y que incluso a los habitantes de Canfranc se les exigía un salvoconducto para poder entrar y salir del pueblo, aparte de hacerles jurar mantener silencio so pena de represalias, acerca del trasiego de mercancias por parte de los alemanes. La polémica quedó definitivamente aclarada a favor de los que defendían la autenticidad de los hechos en el año 2000.
Un conductor de autobuses y guía turístico, Jonathan Díaz, fracés de origen español (nada raro en esas latitudes) -cuenta- que encontró unos papeles con cifras que le llamaron la atención en la puerta del edificio abandonado de la estación y se metió algunos en el bolsillo. Al leerlos en su casa, vió lo del oro y volvió a recoger el resto, resultando ser apuntes de las cuentas y cantidades del oro y otras riquezas transportadas por los nazis. Según estos documentos llegarían a Canfranc unas 86 toneladas de oro. RENFE, propietaria del edificio, denunció a Díaz por apropiación indebida en dependencia pública, pero al final los papeles fueron donados al ayuntamiento de Canfranc en 2002. De todas formas, del destino final del oro nada se sabe.
NOTAS:
(1)
Con el nombre de La Franja o Franja de Aragón se conoce el territorio limítrofe entre esta comunidad y Cataluña donde se habla en gran medida catalán o alguna de sus formas dialectales. El término es relativamente moderno, en concreto de los años 70 del siglo pasado, y aunque en principio sólo era usado para referirse a la cuestión lingüística, en la actualidad ha tomado también otras connotaciones tales como las socioeconómicas, políticas (pancatalanismo) e incluso eclesiásticas, puesto que la Iglesia Católica en su momento adscribió a la diócesis aragonesa de Barbastro-Monzón 111 parroquias de la diócesis de Lérida, provocando un litigio que aún no se ha resuelto.
Con el nombre de La Franja o Franja de Aragón se conoce el territorio limítrofe entre esta comunidad y Cataluña donde se habla en gran medida catalán o alguna de sus formas dialectales. El término es relativamente moderno, en concreto de los años 70 del siglo pasado, y aunque en principio sólo era usado para referirse a la cuestión lingüística, en la actualidad ha tomado también otras connotaciones tales como las socioeconómicas, políticas (pancatalanismo) e incluso eclesiásticas, puesto que la Iglesia Católica en su momento adscribió a la diócesis aragonesa de Barbastro-Monzón 111 parroquias de la diócesis de Lérida, provocando un litigio que aún no se ha resuelto.
Franja de Aragón
(2)
El patués o benasqués es una de las lenguas ("microlengua" más bien, pues se calcula que sólo unos 1.000 hablantes la usan) sobre la que los lingüistas no llegan a ponerse de acuerdo en cuanto a su clasificación, pues mientras algunos defienden catalogarla como aragonesa, otros tienden a definirla como subdialecto del catalán y por fin hay quienes señalan su carácter particular navarroaragonés.
En cuanto al benabarrés existe la polémica de su inclusión en el aragonés, tratarlo como lengua transitoria entre éste y el catalán o decir simple y llanamente que es catalán. De todas formas, el ayuntamiento proclamó en 2004 que el habla de la zona es ribagorzano.
(3)
Se ha especulado acerca del destino del oro: por una parte está la teoría sobre diversos pagos que el gobierno de Hitler haría a España y Portugal en concepto de determinadas partidas de materias primas como, por ejemplo, el wolframio, importante componente en la aleación del blindaje de los tanques alemanes. Por otra parte se cree que estos preciosos cargamentos sólo estarían de paso por la península con objeto de ser embarcados destino sudamérica, a Argentina, Uruguay y Paraguay sobre todo, países donde se refugiaron numerosos ex-nazis tras el fin de la guerra. Uno de los motivos de tal afluencia de alemanes a estos países sería la existencia de un fondo creado con el tesoro expoliado, fondo que serviría para la financiación de sus estancias e incluso para el soborno de las autoridades sudamericanas con el fin de falsificar y ocultar sus identidades.
El patués o benasqués es una de las lenguas ("microlengua" más bien, pues se calcula que sólo unos 1.000 hablantes la usan) sobre la que los lingüistas no llegan a ponerse de acuerdo en cuanto a su clasificación, pues mientras algunos defienden catalogarla como aragonesa, otros tienden a definirla como subdialecto del catalán y por fin hay quienes señalan su carácter particular navarroaragonés.
En cuanto al benabarrés existe la polémica de su inclusión en el aragonés, tratarlo como lengua transitoria entre éste y el catalán o decir simple y llanamente que es catalán. De todas formas, el ayuntamiento proclamó en 2004 que el habla de la zona es ribagorzano.
(3)
Se ha especulado acerca del destino del oro: por una parte está la teoría sobre diversos pagos que el gobierno de Hitler haría a España y Portugal en concepto de determinadas partidas de materias primas como, por ejemplo, el wolframio, importante componente en la aleación del blindaje de los tanques alemanes. Por otra parte se cree que estos preciosos cargamentos sólo estarían de paso por la península con objeto de ser embarcados destino sudamérica, a Argentina, Uruguay y Paraguay sobre todo, países donde se refugiaron numerosos ex-nazis tras el fin de la guerra. Uno de los motivos de tal afluencia de alemanes a estos países sería la existencia de un fondo creado con el tesoro expoliado, fondo que serviría para la financiación de sus estancias e incluso para el soborno de las autoridades sudamericanas con el fin de falsificar y ocultar sus identidades.