martes, 22 de septiembre de 2009

Inventos

Según distinguidos y concienzudos eruditos flamencólicos, es la caña el primer cante flamenco históricamente documentado, aseverando que fue Chacón quien fijó el modelo mejor aceptado por las audiencias del s.XX y que ha llegado hasta nuestros días. También la hacen descendiente de la soleá, ya que se canta en ese mismo compás.
Por otra parte existe el polo, al que también hacen hijo de la soleá y estrechamente unido a la caña, tanto que casi se podría decir que son mellizos; incluso existe la policaña, especie de mezcla de ambos.
Si bien en cuanto a la caña no ha habido demasiadas controversias, estas sí han existido sobre el polo, algunas significativas debidas a opiniones de personajes relevantes en el mundo del flamenco.
Uno de los motivos para la discusión es su origen, pues si bien muchos aseguran que es un cruce entre rondeña y soleá, otros, apoyados en Demófilo, dicen que fue Tobalo, cantaor del s.XIX quien lo inventó. Demófilo recogió estos datos de boca de Silverio, quien, al parecer, lo interpretaba en su repertorio. Ricardo Molina y A. Mairena (Mundo y formas del cante flamenco. Madrid, 1963) negaban la existencia del polo de Tobalo llegando a decir que "nadie lo canta y no conocemos a quién siquiera lo haya oído" y afirmaban la existencia del natural -existían unas grabaciones antiguas de la primera mitad del s. XX a cargo de Antonio Pozo El Mochuelo (1868-1937) de quien se dice que fue el primero en grabar en cilindros de cera antes de 1900- es decir, el basado en la creación popular y no particular. Otros han dicho que lo que cantaba Tobalo no era más que una caña interpretada a su manera. Para terminar de arreglar el patio, Pepe el de la Matrona grabó en los años cincuenta del s.XX lo que él decía que era el polo de Tobalo (de este personaje sólo se sabe de cierto que era natural de Ronda, sin que se sepan ni sus apellidos ni las fechas de nacimiento o defunción). Blas Vega afirmó que, hasta esta grabación del de la Matrona, el polo Tobalo había permanecido perdido u olvidado, reforzando con dicha afirmación la supuesta autenticidad del trabajo.
En mi opinión son cánticos que estarán bonitos, sí, pero no duelen, a menos que sean interpretados por algún fenómeno genial que les imprima emoción, y que pertenecen más al folklore andaluz aflamencado que al cante. Aparte que me gustaría ver quién es el guaperas que, llegado el momento, distingue entre caña, polo y policaña. En cuanto al cruce de rondeña, recordar que esta es una variante malagueña de fandango emparentada con otras variantes (las bandolás como les llaman algunos) y verdiales de esa provincia y es precisamente a eso, aunque resulte sorprendente, a lo que me suenan todos estos inventos: a tonos de verdiales metidos en compás de soleá o a una especie de soleá con tonos de verdiales. Para mí, eso ni es cante ninániná.




(¡Ay omá!)

Otros estilos sobre los que se ha discutido -y se discute- acerca de su origen o creación son la granaína y la media granaína.
Estos cánticos folklóricos andaluces emparentados con el fandango, se aflamencaron y también Chacón jugó una baza decisiva para que se extendieran y se incluyeran en los repertorios flamencos.
Como en otros lugares de Andalucía, existía en Granada un tipo de fandango autóctono que se fue aflamencando hasta desembocar en la granaína. Por mera situación geográfica -digo yo- se notan en ella atisbos de cantes de Levante y, aunque hay quienes la clasifican entre estos, opino que está más próxima al "sonido" general de esa zona andaluza que comprende el valle del Genil y sus alrededores, un tipo de fandango intermedio entre oriente y occidente de Andalucía influenciado claramente por los aires del verdial (que en realidad es un fandango, incluso El Fandango para algunos) y ecos de la serrana, también de aire más folklórico andaluz que otra cosa (aunque es costumbre relativamente actual cantarla en compás de seguiriya para revestirla de solemnidad). Volver a recordar la amplitud geográfica del fandango, sonido netamente andaluz previo a la aparición del cante flamenco y que los llamados cantes de Levante no son sino variantes orientales de aquél, en contraposición al "sonido" de Huelva, que sería la base de las formas occidentales.



[de aquí, aparte que Diego lo intenta hacer valiente, lo bueno es Manuel Delgado Lara "Manolo Brenes", el de la pajandí (guitarra)]

Pasó D. Antonio una larga temporada en Granada alrededor de 1890 y se cuenta que, al oir los fandangos autóctonos de la zona, esto es, las granaínas, decidió cantarlos con aires de malagueña, aunque cambiando a una interpretación en tono más brillante y con más filigranas vocales. Al preguntarle alguno en cierta ocasión por el nombre de ese cante, Chacón parece que contestó: "es una malagueña medio granaína", por lo que comenzó a llamársele media granaína. Incluso en algunas de las primeras grabaciones del jerezano aparecía en los títulos como "Malagueña/Granaína". Después vinieron Vallejo, Pepe Marchena, Calixto Sánchez, Enrique Morente... y por supuesto los flamencólicos de los cojones. Esos que no falten.






(¡Aaaahrgh!)

Ahora voy a emborracharme y me voy a arrancar por tonos de martinetes en compás de bulerías y los voy a bautizar "buleretes", porque si les pongo "martínlerías", en el futuro, seguro que aparece un erudito y concienzudo estudioso del flamenco y dice que eran de un tal Martín -por descontado natural de Triana, La Viña o Santiago- que las canturreaba mientras leería el periódico (usado de cagaero, añado).