viernes, 21 de agosto de 2009

Extraña Geografía(V): Hecho y Ansó

Tras haber visto someramente los territorios pirenaicos lindantes con Francia, llenos de rasgos étnico/linguísticos, costumbres peculiares y antiguas leyes, fueros y privilegios especiales, terminaremos el recorrido por el Alto Aragón, antes de penetrar en Navarra, deteniéndonos en dos de los lugares más pintorescos de la comarca de Jacetania, e incluso me atrevería a decir que son subcomarcas dentro de esta, pues sus tradiciones y costumbres difieren de modo notable de los del resto de sus paisanos. Siempre tuvieron los habitantes de estos valles características socioculturales particulares y muy marcadas, reflejadas en sus costumbres y tradiciones que se han conservado hasta nuestros días.




Valle de Hecho -Val d'Echo


Quiere la tradición que este valle sea el germen y cuna del nacimiento de Aragón pues, junto a los de Canfranc y Sobrarbe, conformaba el condado carolingio de Aragonum que más tarde se fue extendiendo y anexionando territorios vecinos hasta constituir el histórico reino.
Sito en la comarca de la Jacetania (Huesca) además de unos peculiares folclore, tradiciones y costumbres, posee la fabla chesa o cheso, forma del aragonés propia y exclusiva de este lugar. Esta fabla sería una de las que componen la rama del aragonés occidental. Al parecer, el nombre original del valle es sin "H" y escribirlo con esta inicial se debe a un error de la transcripción al castellano. Según el historiador Domingo Buesa Conde, nativo del lugar,"Echo con hache es del verbo hacer".
Al norte del valle se encuentra la Selva de Oza, un bosque "de verdad" en las laderas descendentes de los picos de Aguerri (2.449 m.) y Bisaurín (2.676 m.). Este bosque conecta con el Parc National des Pyrénées francés que comparten Bearn y Bigorre.
Fueron recurso económico importante en el pasado las navatas, sistema de explotación y transporte de la madera aprovechando el fuerte curso descendente de los numerosos ríos pirenaicos, poseyendo los navateros privilegios reales para el libre tránsito con sus navatas y almadías por los lugares por donde atravesaban los ríos que debían usar para su labor. Aunque el trabajo de navatero está hoy desaparecido, son bastantes las fiestas en pueblos de la zona (y por otras de los Pirineos, v.g. Navarra) donde se efectúan carreras/descensos de navatas, rememorando así el antiguo oficio.




Valle de Ansó - Bal d'Ansó


Vecino del anterior, con el que comparte territorio, aquí nos encontramos ya en los límites de Aragón y Navarra. El pueblo de Ansó está mancomunado con el de Fago (hace poco este pequeñísimo y apartado lugar fue noticia por el asesinato de su alcalde) que, aunque posee ayuntamiento propio, no tiene término municipal, caso raro en España. Tiene el municipio una larga línea fronteriza con Francia producto de los antiguos privilegios concedidos a los habitantes del valle para la explotación de pastos y bosques, amén de haberles adjudicado Jaime I el papel de vigilantes y defensores de las rutas procedentes de aquél país.
Conservan los ansotanos diversas tradiciones que los distinguen del resto de sus convecinos -aparte de la lengua ansotana, otra variante del aragonés pirenaico con rasgos propios- como son la estructura social basada en un significativo matriarcado, algunas danzas o el atuendo típico de la zona, en especial el de las mujeres profusamente adornado y llamativo.
El último domingo de agosto se celebra el Día de la Exaltación del traje Típico en el que los vecinos visten sus propias confecciones; existe el "Ropero Municipal" especie de museo con una muestra de trajes antiguos, donados por los vecinos, que se guardan como un auténtico tesoro.





El uso diario de esta indumentaria era normal hasta los años 30 del pasado siglo XX y algunos habitantes del lugar, en concreto María Mendiara y Jorge Puyó, fallecidos en 1987 y 1997 respectivamente, la vistieron hasta el día de su muerte y nunca consideraron como suyas otras prendas que no fuesen estas.



Existe una ceremonia que se celebra cada 13 de julio y que conmemora un tratrado que regulaba los derechos de las facerías(1): el tratado de paz del Tributo de las Tres Vacas. Para empezar decir que este tratado está considerado como el más antiguo que sigue en vigor en Europa, desde 1375. La historia es como sigue:
Existía un antiguo conflicto(2) ente los roncaleses (del Valle de Roncal en Navarra, vecino del de Ansó y del que hablaremos en la siguiente entrada)
y los baretoneses (del Valle de Barétous, en el Bearn, Francia) cuyos principales motivos eran el uso de las fuentes para abrevar, los pastos y la explotación de la madera, conflicto en el que habían mediado desde obispos a reyes, pasando por nobles y caballeros, sin que nadie hubiese podido encontrar una solución satisfactoria para ambas partes. Al parecer, la situación llegó a tal extremo que se produjeron una serie de muertes en reyertas entre los pastores de ambos valles e incluso hubo apresamientos. Ante el recrudecimiento de la situación, los de Roncal presentan sus quejas ante Carlos II de Navarra y le piden autorización para celebrar un encuentro con los franceses en terreno neutral con el fin de terminar de una vez por todas con el problema. A su vez, los baretoneses piden permiso para idéntico fin al vizconde de Bearn, Gastón III de Foix, señor se esas tierras. Ambos gobernantes asienten y se elige por ambos contendientes al concejo de Ansó para que actúe de árbitro en el litigio, acordando que las decisiones tomadas por este tribunal de arbitrio serían acatadas por ambos valles sin ningún tipo de protesta o enmienda. Las conversaciones dieron inicio el 28 de julio de 1375 y duraron hasta el 18 de agosto de ese mismo año.
Hombres buenos,
roncaleses vestidos con el traje típico y de Barétous vestidos de domingo, se presentaron en la iglesia de S. Pedro de Ansó ante el tribunal compuesto por el alcalde y cinco vecinos del lugar que actuarían como árbitros arbitradores y amigables componedores.
En primer lugar se acordó que las reuniones tendrían lugar en el puerto de Arlas, a 2.062 m. de altura, donde se fijarían las mugas(3) en presencia de 5 hombres de cada valle. Se acordó que la Piedra de S. Martín (desaparecida en 1858 y sustituída por un mojón fronterizo) era el límite entre los dos valles y a partir de ahí se trazó el de las demás lomas y alturas.

Representates de las dos partes firman la continuidad del tratado sobre el mojón fronterizo
nº 262, sito en el mismo lugar donde se encontraba la Piedra de S. Martín.

A continuación se reguló el uso de los pastos, fijando las fechas en que podían ser usados por unos y otros, y se acordó el libre acceso al agua, tanto para abrevar el ganado como para otros usos, tales como amasar el pan. Se fijaron las fechas para poder llevar el ganado a pastar y se acordaron sanciones -cameramientos (embargos)- para los que no cumplieran los acuerdos. También se acordó sancionar a los que convocaran injustamente al apellido (a las armas); si el individuo no pagaba, pagaría la villa de la que fuese vecino. Con respecto a la entrega de las vacas, se dice textualmente:
Porque trovamos verdaderamente por las dichas deposiciones siquiere relaciones de los dichos testimonios et personas fidedignas, que los dichos baretoneses siempre usaron et acostumbraron dar tres vacas de cada dos annos sines macula el cuatreno día empues de la fiesta de Setem Fratrum, por cada un anno los de Isaba, Uztarroz-Goyena, Garde et Urçainqui en su termino et territorio, unos de los testigos deziendo por las muertes que los dichos baratoneses hauian fecho a los de Isaba, Uztarroz-Goyena, Garde et Urçainqui, en su termino et territorio, et otros testimonios deciendo que si no, por razón que puediesen prender agua et abrebar en las dichas fuentes... pronunciamos et mandamos por sentencia que los dichos baratones den et paguen por cada un anno perpetuamente, de aquí adelante las dichas tres vacas de cada dos annos sines macula... a la dicha piedra de Sant Martín... Et por razón de los grandes males pasados que han habido ente ellos, que no ende sean tenidos de pagar ende cosa alguna entroa el presente día, sino, de aquí adelante, como por nos dicho et sentenciado es.
Desde entonces se lleva a cabo todos los años la ceremonia de entrega de las vacas y nombramiento de guardas para las facerías así como la ratificación del tratado con la firma de los representantes de todas las partes implicadas.
A lo largo de su existencia el tratado ha pasado momentos de dificultad, como en 1612, cuando los roncaleses se negaron a aceptar las vacas alegando que dos de ellas pasaban en dos años la edad establecida. Pero lo peor ocurrió entre 1628 y 1642, siendo a partir de 1635 cuando se produjeron los incidentes más graves debido al estallido de la Guerra de los Treinta Años. Se suceden las escaramuzas y los robos de ganado con las correspondientes revanchas, apaleamientos de pastores y captura de rehenes por una y otra parte. Finalmente, en 1642, se entrevistan representantes de ambos bandos y acuerdan restituir la carta de paz de 1375, volviendo a la normalidad a veces salpicada con incidentes menos significativos; incluso durante la invasión napoleónica
se siguió celebrando la ceremonia, aunque en ese período no se entregaron reses sino su valor en dinero.
En 1895 el diario Le Figaro publicó un artículo protestando por lo que ellos entendían como un
extravagante ritual antifrancés. Argumentaban los críticos que los baretoneses debían humillarse ante los roncaleses puesto que, al llegar al punto fronterizo, debían retroceder seis pasos y descubririse, mientras que los españoles conservaban el sombrero; también les resultaba humillante que ellos tuviesen que poner una bandera blanca en el mojón fronterizo, mientras que los roncaleses hincaban una alabarda roja en suelo francés, al tiempo que media docena de fusileros apuntaba hacia Francia y los baretoneses no podían llevar armas de ninguna clase. Todo esto provocó que aquél año, unas 600 personas subiesen hasta S. Martín para protestar e intentar boicotear el acto que consideraban como una afrenta al honor y la grandeur de Francia.
Tampoco, ya en épocas más recientes, se interrumpió durante la Guerra Civil española y sólo en 1944 los alemanes prohibieron la celebración por temor a que los franceses aprovechasen para escapar. Estos, a modo de compensación, dieron una vaca más en los años siguientes, siéndoles perdonada la última por los roncaleses a instancias de los árbitros ansotanos.
¡Pax Avant!(4).


Los roncaleses juran con el sombrero puesto; no así los franceses (¡tragad gabachos!)





Las vacas custodiadas por un soldado español y un gendarme francés


Que no falte un calvo en toda ceremonia que se precie...



«...de igual cornaje, dentaje y pelaje...»

NOTAS:

(1)
Las facerías es un régimen de uso y disfrute compartido por varios municipios de ciertos territorios, normalmente pastos o, en menor número, explotaciones foretales. Es costumbre normal en los Pirineos, especialmente en Navarra y su nombre deriva de las antiguas cartas de paz o pacerías que regulaban el uso de dichos terrenos.

(2)
En realidad, aunque la ceremonia y el tratado siguen vigentes, a ciencia cierta se ignora cuando se inició el conflicto, o si fueron las fuentes o las muertes de pastores, aunque parece ser que su origen hay que buscarlo cuando Gastón III Phoebus conde de Foix, se declara vizconde de Bearn y conde de Bigorre alcanzando prácticamente la independencia de Francia e Inglaterra y estrechando lazos con Navarra. Precisamente este acercamiento fue lo que provocó, probablemente, la chispa. Aparte la intervención de los soberanos de ambas partes por arreglar los conflictos, se vieron involucrados en los intentos de conciliación los obispos de Bayona, Olorón, Pamplona y Jaca, sin que su labor obtuviera resultados. Aunque se dice que las vacas podrían ser el tributo que pagarían los franceses por algunas muertes producidas en las frecuentes reyertas, otros historiadores, entre ellos el catedrático Víctor Fairén Guillén, jurista experto en facerías pirenáicas, apuntan a que eran una compensación para equilibrar el pacto, ya que, según este, a los roncaleses les corresponden para pastar los meses más fríos y con peor tiempo atmosférico.


(3)
Las mugas son las fronteras reales, marcadas por algún hito o accidente geográfico y diferentes del concepto de "límite", considerado este como referente a una línea imaginaria.

(4)

¡Pax avant! es el grito que repite tres veces el alcalde roncalés de Isaba y que es contestado por los baretoneses también tres veces. Significa paz de ahora en adelante.