martes, 17 de marzo de 2009

Yuyu a los Kikuyu



No, no voy a hablar aquí de Pepe Guerrero, tan chirigotero él, sino del yuyu de las películas de Tarzán, ese que hacía que los porteadores nativos abandonasen su carga y salieran por patas y sin chanclas, como si hubiesen visto a Lola Gaos recién levantá, aún a costa de perder sus vidas a tiros de la escopeta de alguno de los blancos malos del safari, codicioso y enfebrecido por la cercanía del marfil o de los diamantes perdidos en algún recóndito paradero de la espesa selva africana. Pero¡ay! cuando corrían sería por algo...eso de pararse y negarse a seguir al llegar a determinado lugar no era por gusto: en los alrededores del monte Kenya y a lo largo del Gran Rift existía una tribu de negros feroces y, según los pintan en las películas de Tarzán, despiadados y extremadamente salvajes, los kikuyu.
Dado que el personaje de Tarzán se identifica con el aristócrata inglés Jonh Clayton, Vizconde de Greystoke, y que Gran Bretaña era la potencia colonial de la época en la zona, en los episodios de esta serie se presenta a los kikuyu prácticamente como una horda de asesinos fanáticos y medio locos, crueles y sanguinarios. La razón de esta imagen emitida hay que buscarla, lógicamente, en un transfondo histórico y en una especie de "justificación" por parte de los europeos.


A partir de 1880 Gran bretaña había comenzado a expropiar tierras a los nativos de Kenya, Uganda y Tanganika para la construcción del ferrocarril, lo que provocó que los nativos expulsados se vieran confinados en reservas donde la tierra era incultivable. El descontento pronto prendió entre ellos y comenzaron a reclamar mejores asentamientos y la devolución de muchas de las tierras expropiadas. Naturalmente, el Imperio Británico no estaba dispuesto a ceder ni un ápice en sus pretensiones colonialistas, así que respondió reprimiendo las protestas con detenciones, encarcelamiento de cabecillas disidentes y algunas ejecuciones. A pesar de la represión, las escaramuzas, sobre todo en las zonas más apartadas de Nairobi, eran frecuentes y peligrosas para los británicos, dado lo inhóspito del terreno y unos mejores conocimiento y adaptación a él por parte de los kikuyu.
En los años 20 se formó en Nairobi el KCA -Kikuyu Central Association- una especie de partido independentista de tono moderado cuya cabeza visible era Jomo Kenyatta. A pesar de conseguir algunos logros en cuestión de derechos para los nativos y de ser reconocido por los británicos más o menos como representante de estos, los intentos por conseguir la independencia de Kenya fueron frustrantes, por lo que gradualmente se fueron dividiendo las posturas dentro de los nativos, pues había quienes defendían el abandono de la moderación y utilizar la violencia y la lucha armada contra el invasor. Tras la 2ª Guerra Mundial el Imperio se debilitó notablemente comenzando su desintegración. Fue entonces cuando surgió con más fuerza el ala radical independentista: el Mau-Mau.
Según datos de 1948, casi 1.300.000 kikuyu vivían en una reserva de 5.200 kms. cuadrados, mientras que 30.000 colonos blancos ocupaban un territorio de 31.000 kms.
En un principio se trataba de promover la resistencia pasiva y la desobediencia a los británicos entre los nativos. Quienes querían participar de la protesta, siguiendo antiguas tradiciones, hacían un juramento de fidelidad a la causa kikuyu, juramento envuelto en un ritual ceremonial en el que era costumbre danzar, sacrificar animales y comer su carne o beber su sangre, algo que a los ojos de los colonos era bastante estrambótico. Empezaron a correr rumores de sacrificios humanos, canibalismo, zoofilia, orgías sexuales, lugares de celebración decorados con vísceras y ojos de animales...también que en los juramenros de fidelidad se invocaba a la matanza de colonos, a su descuartizamiento y extirpación de vísceras y a quemarlos vivos. Obviamente estas historias eran exageradas, pero por su insistencia entre los colonos, el gobierno de la metrópoli decidió reforzar la intervención policial para protegerlos.
El movimiento independentista boicoteó varios actos oficiales y la llamada a la revuelta demostró ser un verdadero problema para las autoridades británicas. Las detenciones no tardaron en producirse. El arresto del líder de la EATUC (1-05-1950) -East Africa Trade Union Congress-, una confederación de comerciantes kikuyu que reclamaba derechos de explotación de algunos bienes localizados en tierras reclamadas, provocó una huelga violenta en Nairobi y 300 trabajadores fueron arrestados (16-05-1950). Los independentistas kikuyu consiguieron fondos y adquirieron armas. El lío estaba servido.
En 1952 Jomo Kenyatta, quien iba camino de convertirse en el primer presidente independiente del país, empezó a lanzar ataques contra el Mau-Mau en sus discursos; al menos dos planes de atentado fueron desmantelados contra él, acusado por los kikuyu radicales de ser colaborador de los británicos. Ante los indicios de nuevos levantamientos violentos, esta vez de grupos armados, el gobernador inglés decretó el estado de emergencia en el país (20-10-1952). Ese mismo día fueron arrestados 100 presuntos líderes radicales kikuyu y durante los siguientes 24 días fueron detenidas, interrogadas o registradas más de 8.000 personas en una operación llamada con el sobrenombre de John Scott. El objetivo de J. Scott era acabar con la rebelión capturando al líder del Mau-Mau, lo que teóricamente dejaría desorganizados a los rebeldes. Sin embargo la reacción de estos fue diferente: la violencia se recrudeció y los primeros colonos europeos comenzaron a ser asesinados.
Muchos oficiales nativos del ejército colonial desertaron y se pasaron a los rebeldes quienes así contaban ahora con asesoramiento militar. Los ataques a propiedades de europeos se incrementaron así como a los africanos leales al Imperio Británico. Al mismo tiempo, este estado de cosas daba a los colonos carta blanca para cometer todo tipo de excesos contra todo aquél que fuese sospechoso de pertenecer al Mau-Mau.
El Parlamento decidió entonces el envío de 55.000 soldados a Kenya, dispuesto a acabar con el conflicto a base del control militar. Desconocedores de la verdadera estructura y organización del Mau-Mau, los militares británicos mataron indiscriminadamente a muchas personas, al ser incapaces de distinguir entre rebeldes y no rebeldes: en resumen, todos los negros eran, si no verdaderos activistas, sospechosísimos cuando menos. La crueldad contra los nativos entre las tropas era notable; bastantes soldados fueron repatriados y sancionados por poseer "trofeos de guerra" tales como manos cortadas a supuestos rebeldes o "marcadores de resultados" con el número de víctimas abatidas, como si de una competición de caza al negro se tratase.
Por su parte, en 1953, los rebeldes organizan el Council of Freedom en Nairobi que se autoproclama como gobierno del país y declara la guerra a Gran Bretaña, en un intento por ser reconocido internacionalmente y no aparecer como una banda disidente o terrorista.
A pesar de no tener un plan militar estratégico, de no estar entrenados en la guerra de guerrillas y de no poseer armas modernas, los kikuyu mostraron ser un enemigo aguerrido y difícil de controlar, produciendo numerosas bajas entre las filas británicas. Grandes bandas eran capaces de desplazarse desde las montañas boscosas hasta los puestos de policía, granjas y estaciones militares, produciendo desolación y matando a 1.800 personas, casi todas degolladas o mutiladas en extremo. Por otra parte, la falta de armas de fuego "ayudó" a que el número de bajas europeas no fuese mayor.








Entre 1953 y 1954 hubo varias operaciones anti-guerrilla y se peinaron hectáreas de selva. También se crearon especies de gangs por parte del gobierno colonial, que mataban por encargo y efectuaban sacas indiscriminadamente. Numerosos rebeldes fueron muertos. Unas 30.000 personas fueron arrestadas, de las que 17.000 fueron acusadas de colabrar con los rebeldes. Más tarde, tras la independencia, se demostró que muchas de ellas eran inocentes. Al menos 15.000 kikuyu fueron reluídos y otros pocos miles deportados a reservas, sólo en Nairobi. En todo el país se contarían unos 100.000 recluídos en campos de concentración y 77.000 en reservas en 1954 y, al terminar el "plan" de las autoridades británicas en 1955, alrededor de 1.100.000 kikuyu vivían en 854 "villas". Un oficial británico, testigo presencial, cuenta que las condiciones de vida en estos lugares incluían "escasez de comida, sobreexceso de trabajo, brutalidad, humillación, azotes y maltrato en general." La sanidad era inexistente y las epidemias eran frecuentes, sobre todo el cólera.



En 1956, tras numerosas batidas por la selva, detenciones y ejecuciones, sólo quedaban por las montañas unos 500 rebeldes del Mau-Mau, sin apenas suministros y con pocas esperanzas de encontrar nuevos miembros que se adhirieran a sus filas. Se decretó una ammistía en la que se incluía a los miembros del bando propio acusados de cometer excesos, y dando una oportunidad a los guerrilleros a abandonar las armas, algo que muchos aceptaron pero no así los principales cabecillas, por lo que el ejército colonial decidió dar una última batida, en la que de nuevo se emplearon prácticas de pseudogangsterismo. Dedam Kimathi, el último cabecilla Mau-Mau, fue detenido y ahorcado en 1957, aunque el estado de emergencia continuó hasta 1960 y algunos guerrilleros sobrevivieron por la selva hasta 1963.
Actualmente los kikuyu son el 22% de la población de Kenya, es decir, entre 6-8 millones de personas.


Las atrocidades se produjeron en ambos bandos. Unos 20.000 kikuyu fueron muertos por los británicos, muchos de ellos -como se dijo antes- inocentes. Se han documentado unos 6.000 casos de abusos en los que se incluyen palizas de muerte, violaciones y hasta sacar los ojos. Los colonos se involucraron bastante en la persecución de sospechosos y en ocasiones en su linchamiento. Un oficial británico, describía así su reacción, desesperado por la tozudez en confensar de un sospechoso:
...pegué mi revolver a su sonriente boca y dije algo, no recuerdo qué, y apreté el gatillo. Sus sesos salpicaron toda la comisaría. Los otros dos Mickeys (Mau-Mau) permanecían empié, con la mirada perdida. Les dije que confesaran dónde se encontraba el resto de la banda, si no, los mataría también. No dijeron ni una palabra, así que les disparé. Uno de ellos estaba aún vivo, así que le disparé en la sien y lo rematé. Cuando el sub-inspector llegó, le conté que habían intentado escapar. Me creyó y se limitó a decir :"entierrenlos y limpien las paredes".




En Lari, las fuerzas leales a los británicos (nativos keniatas pro-europeos) dispararon indiscriminadamente contra la población civil, causando dos matanzas consecutivas en el mismo día; las cifras oficiales dijeron que en la primera hubo 74 víctimas mortales y 150 en la segunda. La población civil también sufrió las represalias de los Mau-Mau, quienes mataron a unos 2.000 "colaboracionistas". En Lari encerraron a 120 nativos en una choza y le prendieron fuego, quemándolos vivos. Entre los civiles colonos fueron menos las víctimas de los rebeldes, en concreto 32. La más famosa y que conmocionó a la opinión publica por el tratamiento morboso que le dió la prensa, fue un niño de 6 años, Michael Ruck, que fue asesinado en una granja junto a sus padres: los periódicos publicaron fotos del niño degollado junto a su osito de peluche manchado de sangre en la habitación de su casa.

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-"Yuyu, bwana, yuyu"

-¡Chita!: ¡ANKAWA PACHI!
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(cabría preguntarse de quién exactamente sentían yuyu)