jueves, 22 de julio de 2010

Mirage

La luz se apaga. Crece la luna, pero no me olvido de que su aspecto es sólo producto del reflejo de otro astro más potente, hecho de fuego, rocas y metales derretidos: la materia volviéndose energía. La luna es un enorme espejismo, un sueño que se acaba y renace en un eterno ciclo. Una ilusión destruida y vuelta a crear de forma testaruda.El ojo de una gigantesca deidad sideral que duerme y despierta eternamente.
(Hay un momento para la reflexión en la intimidad. Pronto todo habrá terminado. Y no sé por qué recuerdo una vieja canción de Hilario:
Salió un duende bajo el agua
me vistió en mantos de sol
me regaló una sonrisa.
Me regaló una sonrisa.
Una sombra vestida de negro
me vistió de oscuridad
me regaló una lágrima.
Me regaló una lágrima...
¡qué fuerte es la vida, padre!)