domingo, 19 de agosto de 2007

Educación y estupidez supina

Mis relaciones con las mujeres (y algunos "hombres") suelen ser bastante cordiales en general, hasta que aparece la estupidez, eso sí, convenientemente recubierta de una "educación" que consiste en decirte con una mala leche propia de los peores personajes que la Historia haya conocido, todas las impertinencias posibles del mundo hasta llegar al insulto personal asquerosamente soterrado y hacerte contestar llana y claramente un "vete al carajo" sonoro y explícito, acústicamente más cacofónico que todo lo que te han dicho, pero sin duda menos hipócrita y más honesto.Y claro, el resultado no puede ser otro que considerarte un mal educado por utilizar tan soeces expresiones y sobre todo por ser sincero (algo que las personas de "buena educación" no soportan): el veneno de la víbora ha hecho su trabajo eficientemente.
Cuando este convulso mundo en el que vivimos está en constante y contínua transformación y los seres humanos reclaman más libertad, menos protocolos y parafernalias, menos "rollos" en suma, todavía quedan muchos (y sobre todo muchas) que se creen tocados por la mano de Dios, considerándose superiores y tomando "sus" reglas de comportamiento como las únicas válidas ya que "los demás" están a un nivel muy por debajo del suyo y, sobre todo, son unos maleducados.
Convendría recordarles a estas pobres criaturitas que la primera regla de educación es mostrar respeto hacia las personas, que no todo el mundo ha tenido las mismas posibilidades y que no se puede tener la poquísima vergüenza de reconocerse como cristiano sin tener la más remota idea de lo que es la Caridad (y lo que es peor, sin mostrar el más mínimo interés por saberlo).
Espero que algún día la Humanidad conozca la desaparición de este tipo de especímenes impresentables, anclados en un protocolo cuasi medieval que me hace recordar la corte de los Austrias, en especial el reinado de Felipe IV (vaya carita la del colega) cuando la ESTUPIDEZ dió paso a la degeneración y a la decadencia de España.
La culpa es mía por "juntarme" con gentuza tan bien educada.

(Dedicado a muchas niñas monas [que no lo son tanto], alguna que otra princesa primorosa, aspirantes a tales y simpatizantes y defensores [que los hay])

Por el monte

-hola ovejita ¿dónde vas tan agobiada?
-¡puuff, cabrita! ¡menos mal que encuentro a alguien! ¡vengo de un "stress" qué ya, ya... !
-relájate y cuéntame, soy todo cuernos...
-pues verás: iba yo con el resto de la borreguil manada, pastando yerbitas frescas por el prado, cuando de repente apareció un calvo con gafas y corbata estrambótico-estrafalaria-adefésico-dantesca, gritando "¡esa, esa, la blanquita del lunar en la frente! ¡esa pa´ mí! ¡la adoro!"
-¿no sería uno que trabaja en las oficinas de Caja-X, así calvo él, con gafas y cara de gilipuertas?
-oye, lo de calvo y todo eso te lo he dicho yo...
-no, yo lo conozco porque ya estuvo por aquí el verano pasado y se quiso liar con la vaquita suave y esponjosa... y blandita ¡qué porras!
-bueno, el caso es que venía corriendo a grito pelado y el perro pastor empezó a ladrarle...
-¿y?
-que el calvo le mordió en todo el pescuezo y con los ojos inyectados en sangre arremetió contra el pastor, lo guillotinó con su propia navaja de cortar el queso y acto seguido se avalanzó contra mí. Claro, ahora soy una pobre oveja descarriada.
-¿quieres una raya?
-no, no, ya he comido yerbajos y honguitos, gracias: estoy a ver si los rumio, que la cosa está muy mala y hay que reciclar.
-y qué lo digas hija; mírame a mí, que soy una cabra con apellidos de los "buenos" y ahora tengo que andar comiéndome hasta las páginas amarillas. Hombre, con un poco de marihuana, pasan.
-debes tener el estómago a prueba de bombas...
-más que el estómago lo que tengo a prueba de bombas super-mega-hiper-atómicas es la cara, para eso soy una cabra hispánica... ¿No has oído algo?
-¡Ay cabrita! ¡el calvo poseso! ¡ahora sí que estoy perdida!
-tranquiiiila hija, tranquila con el subidón de hongos. Déjame hablar a mí.
(el calvo)
-¡AAAAhhh, linda ovejita, por fin te encuentro! ¡abrázame!
(la cabra)
-oiga, calvo-con-gafas-y-corbata-indecentísima, a mi amiga la ovejita me la respeta si no quiere recibir una corná en condiciones.
-pero si vengo en son de paz! sólo quiero declararle mi amor
-tú es que no escarmientas, calvo gilipoyas ¿ya no te acuerdas de la que te dió el toro, cuando te pilló con la vaquita suavita y blandita? ¡Cómo aparezca el carnero...!
-¿y tú tienes novio,cabrita?
-no, yo soy una cabra hispánica y me voy con quien me zalerjigo
-¿y si la ovejita me presta un poco de lana para hacerme un peluquín y me pongo un pendiente y unas lentillas, te vendrías en pantalones de pijama y chanclas a Los Caños conmigo?
-hombre, si me invitas y prometes cambiar las pintas...
-prometo no usar la corbata y no quitarme el peluquín y el pendiente hasta Septiembre.
-vámonos ahora mismo, tronco. Tú, oveja imbécil, pásale un poco de lana al colega, que disimiule la calva.
(la oveja descarriada)
-eso, y ahora os largáis a fumar porros y me dejáis aquí solita ¿no os importa que hagámos trío?
(el calvo y la cabra)
-¡mírala a la pedazo de oveja putona esta! ¡no, si yo ya decía queeee... !
De repente, un velero apareció volando por el monte, pegándose un trastazo contra el calvo y aplastándolo. Se baja el Rey Juan Carlos I y dice: "ustedes perdonen, amables súbditos oveja y cabra ¿Mallorca no cae por aquí?"