jueves, 8 de enero de 2009

Zumo de Mango.

Alguien quiso invitarme a cantar una canción de Olvido-Alaska en un local de karaoke, pero yo le hice el coro del rey de los monos del Libro de la Selva (¡oh, oh, oh, shubidú! quiero ser como tú...) y me largué por la puerta principal diciendo "adiós" con la manita.
El fabricante de ocarinas pasa mucho frío cerca del San Lorenzo, por eso viene al sur a beberse un wisky y a fumarse un cigarro sin tantos impedimentos, tanto legales y económicos como metereológicos.
Los italianos también saben hacer helados, no sólo los alicantinos. O ¿debería decirlo al revés? : o sea, primero los alicantinos y después los italianos.¿Y los chinos?¿qué pasa con los chinos? ¡Qué montonazo hay!
Un zumo de mango o de papaya ¿qué más da? O de maracuyá... o maracudespués. Después es siempre tarde. Tarde para amar, para irse, para quedarse; para acariciar el pelo de la persona siempre deseada, siempre esperada, siempre ausente; para los besos y abrazos de despedida.
Tarde para las farolas amarillas y para el empedrado resonante de las calles vacías.



P.S.
A pesar de los estufos, la frialdad me invade al observar la partida de una parte de mi esencia.

Animales y Piedras (4ª parte)

La Aportación Bíblica


A la hora de elegir a los animales a representar en los bestiarios medievales, es evidente que se hacen referencias constantes al Antiguo Testamento. Hay que tener en cuenta que la Biblia se editaba y circulaba en libros separados desde la época merovingia (por ejemplo, El Cantar de los Cantares o el Libro de Job). Los animales aparecen en el Génesis justo antes que el hombre, aunque siempre estarán subordinados y sometidos a él, puesto que la tradición judaica establece una separación insalvable entre los dos tipos de criaturas (hombre y animal): a pesar de ser creados por Dios, es Adán el encargado de darles nombre a su libre elección, algo que, bajo el punto de vista del judaísmo, es como una "doble creación", pues las cosas "existen" en el momento en que son nombradas, teniendo además dicho nombre la cualidad de encerrar la esencia misma de la cosa nombrada.
19 Formatis igitur Dominus Deus de humo cunctis animantibus agri et universis volatilibus caeli, adduxit ea ad Adam, ut videret quid vocaret ea; omne enim, quod vocavit Adam animae viventis, ipsum est nomen eius.
20 Appellavitque Adam nominibus suis cuncta pecora et universa volatilia caeli et omnes bestias agri; Adae vero non inveniebatur adiutor similis eius.
Gén. 2, 19-20

La Creación de los animales. Biblia de Souvigny (hacia finales del s.XII- Biblioteca municipal de Moulins, Francia).


Como fácilmente podría deducirse, los animales domésticos, sobre todo el ganado, uno de los pilares básicos en un esquema de economía rural, aparecen con frecuencia en la Biblia, mostrando a menudo su cara más amable (cordero, oveja, buey, asno...) representando, las más veces, cualidades positivas o virtudes (fidelidad, capacidad de sacrificio, paciencia, humildad...).
A estos animales terrestres se une el mundo de los reptiles. Las especies acuáticas no faltan, aunque son poco nombradas; por el contrario, entre los pájaros las variedades son múltiples (cuervos, águilas, pelícanos, ocas...). Toda esta fauna se ve finalmente enriquecida con animales fantásticos y criaturas mounstruosas.
Y por supuesto, los autores no se plantean dudas sobre la existencia real de las criaturas que aparecen en la Biblia, dando por sentada la infalibilidad del texto sagrado, considerando así a las criaturas fantásticas como efectivamente existentes.


Jonás es tragado por la ballena*. Catedral de Wurms, Alemania.


The Hague KB 72 A 23 fol. 49r- Dragon dominado por un santo

En las narraciones hagiográficas los animales son siempre tratados como el resultado de la voluntad divina**. Al hilo del cometido que se les asigna en la Biblia, el animal desempeña un papel ejemplificador para el hombre, llegando a simbolizar, como se dijo antes, algunas de sus inclinaciones (por ejemplo, la maldad será encarnada por el oso, la prudencia por la serpiente...). Es gracias a los autores medievales, quienes tratan de emitir un mensaje moralizante, que surge todo un catálogo de valores humanos asociados a los animales. Las comparaciones, aunque breves, son vivas y causan efecto, siendo fácilmente memorizables. Dicho de otro modo, las figuras animales son un instrumento eficaz para la educación moral del cristiano.
Para el hombre medieval, el animal llega a ser una imagen parlante, un tema cargado de metáforas. Un tema que, a pesar de narrarse de una forma muy condensada, llega a sus objetivos debido a su proverbial fuerza expresiva. Como herramienta que permite ilustrar la Creación y comprender mejor el recorrido del hombre, los animales son considerados una pieza clave.
Para redondear todo el muestrario extraído de las Escrituras, los Padres del desierto*** añaden todo un catálogo de animales exóticos (camellos, cocodrilos, leones, elefantes...) a la panoplia del bestiario, procurando con ello que dichos animales sean conocidos más allá de las fronteras de sus lugares de origen.



Koninklijke Bibliotheek The Hague- KB- 72 A 23- Grifo


Los animales esculpidos en un edificio religioso reflejan las diversas interpretaciones que los autores medievales daban a las diferentes fuentes escritas. Estos animales esculpidos se vuelven una indicación inteligible para el creyente, dentro de la apabullante grandiosidad del edificio, de las costumbres y moralización de la sociedad recomendadas por la Iglesia. De una parte a otra de los edificios, estas imágines terminan siendo la expresión simbólica de una concepción del mundo profundamente anclada en el alma humana: la oposición entre luz y tinieblas, la lucha entre el bien y el mal y el triunfo sobre la muerte si se es fiel a la Palabra de Dios. La arquitectura se puebla de santos, de demonios, de animales y de criaturas fantásticas.


Capiteles del claustro bajo de la catedral de Oviedo


Estas esculturas sirven de interlocutores a los fieles, forman un trayecto por las iglesias en el que se oyen peticiones y súplicas, junto a promesas de misas y recompensas futuras a las imágenes, todo ello elevado hacia las bóvedas que convergen en el centro topográfico del templo, el altar, el lugar donde el sacrificio de Cristo es incesantemente repetido y que debe ser entendido como el último y único medio para alcanzar la redención.
El animal sirve de vínculo entre el mundo terrenal y el celestial y por tanto posee diversas connotaciones y los valores que le son atribuídos pueden resultar, a menudo, antagónicos.
De este modo, de la mezcla entre los escritos y las esculturas, ha llegado hasta nosotros un bestiario a todas luces sorprendente, que seguidamente pasaremos a ver, empezando por los animales de existencia real, siguiendo por los fabulosos y terminando por los mounstruos e híbridos.

(continuará)


*Nótese el rollo de papel higiénico que se le cae a Jonás ante la barbaridad de la que está a punto de ser víctima.

**Por ejemplo, San Isidoro de Sevilla nos dice en su obra Etymologiae (u Originum sive etymologiarum libri viginti) :
II. DE BESTIIS. [1] Bestiarum vocabulum proprie convenit leonibus, pardis, tigribus, lupis et vulpibus canibusque et simiis ac ceteris, quae vel ore vel unguibus saeviunt, exceptis serpentibus. Bestiae dictae a vi, qua saeviunt. [2] Ferae appellatae, eo quod naturali utuntur libertate et desiderio suo ferantur. Sunt enim liberae eorum voluntates, et huc atque illuc vagantur et quo animus duxerit, eo feruntur.
"[1]bajo el nombre de bestias se cuentan los leones, pardos, tigres, lobos y zorros, perros y simios y otro, quienes con la boca y las uñas muestran su furor, exceptuadas las serpientes. Bestias se les dice por la violencia, a causa de la cual muestran crueldad.[2] Se llaman fieras por aquello de que disfrutan de libertad natural y se dejan llevar por su deseo. Son por cierto de libre voluntad, y aquí o allá que caminen y su animo los haya guiado, allí van (porque quieren)"

*** Con este nombre se conoce a los monjes, eremitas y anacoretas que abandonaron las ciudades del Imperio Romano tras la Paz de Constantino (s. IV d.C.) y se fueron a vivir a la soledad de los desiertos, sobre todo a los de Siria y Egipto. El primero y muy conocido de estos anacoretas fue San Antonio Abad, egipcio de nacimiento y considerado como el fundador de este tipo de "vida retirada". Estos monjes buscaban la ἡσυχία -hesykia- "quietud interior". Al ser ejemplos de una actitud cristiana extremista y radical y debido a las circunstancias socio-políticas del momento histórico, tuvieron muchos seguidores durante la Edad Media. Uno de los medios que ayudó a difundir su popularidad fueron las numerosas traduciones que se hicieron de colecciones de sentencias y dichos breves moralizantes llamados Apotegmas.





Las Tentaciones de San Antonio: arriba por El Bosco; abajo por Salvador Dalí.

Estos dos cuadros no tienen mucho que ver con la entrada pero me molan.