Como siempre que leo al impenitente Sabanduky cuando escribe de flamenco (algo que por último hace con frecuencia) no puedo quedarme indiferente y son varios y diversos los motivos por los que ello me ocurre, entre los que destacaría que unas veces acierta y otras habría que cogerlo y... ¡grrrr!
Esta vez ha acertado al poner las palabras de Manuel Moreno Jiménez, o al menos he sentido satisfacción al leerlas puesto que coincido con ellas, aunque no plenamente: él sabe que todavía queda cante; poco, pero algo queda. Es cierto que ya no es lo que era -yo mismo he escrito alguna vez que esto tuvo su época dorada y que ahora es una mala copia de la "verdad"- pero se me antoja que el destino del cante era irremediablemente unirse al de todas las demás actividades del ser humano: nacer, vivir -con todo lo que ello implica de maldad y bondad- y morir o transformarse en un estereotipo momificado/petrificado. Y no sé si M. M. ha caído en la cuenta de su inmersión y colaboración en tal proceso que se nos antoja degenaritivo.
Y estoy de acuerdo en que lo indefendible (no por debilidad del sujeto defensor, sino por lo aberrante del objeto presuntamente a preservar) no merece un inútil gasto de energías, pero alguien como M.M. debería ser de los primeros en defender aquello que conoció y que le mereció una larga pasión e íntima dedicación, aunque comprendo que se sienta hartito de tó y aunque ahora el cante se haya difuminado y esté tapado y asfixiado por un impostor. Precisamente por eso hay que defenderlo, no al impostor -que supongo es al que M. M. toma por indefendible- sino al auténtico. Quizás con su declaración esté defendiendo lo que él conoció y desdeñando "lo de ahora", pero también anima a tirar la toalla...
antonio mairena y manuel morao
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A menudo nos parece estar diciendo grandes verdades, Manuel.