miércoles, 29 de abril de 2009

Epidemias y Alopecia


Pronto empezará (si no lo ha hecho ya)el trasiego de calvos con camisetas estridentes y calzonas estrafalarias acompañados por rubicundas foquiburras, ambos especímenes chancleteros y con un concepto de la estética absolutamente calamitoso. Por otra parte, una banda compuesta de snobs post-modernos con gafas y sandalias imposibles, acompañados por espigadas damas en shorts y con gafas de sol modelito "¡Hola!", aprovecha el incognito que proporciona ser de fuera para frikear a discreción.

Y digo yo que, entre la crisis y la gripe porcina, bien podrían estos representantes del moderno nomadismo turístico/coñazo quedarse en sus respectivas casas, las cuales, dicho sea de paso, considero como los apriscos más apropiados donde permanezcan los componentes del deambulante rebaño global.¡Qué puñetera manía de no estarse quietos, joé ya!
Dicen que viajar abre la mente, que conocer sitios nuevos y gente nueva hace que la capacidad intelectual aumente, que "culturiza"(lo correcto sería el verbo "cultivar", pero va a parecer que hablo de cebollinos, aunque bueno, en realidad no están muy lejos de serlo...). En fin, que de alguna manera influye para la formación del individuo. Sin embargo, a mi parecer, eso será como todo en esta vida: los supuestos efectos benéficos derivados de viajar revertirán sobre aquellos que estén capacitados para recibirlos; como cualquier otro modelo de aprendizaje al alcance de los humanos (que no de las acémilas). El resto, enredar y llevar de un lado para otro gérmenes de todo tipo, que cualquier día van a provocar una catástrofe pandémica de tomo y lomo, con tanto chancleteo, tanta mochila, tanta acompañante morsiforme y tanta alopecia, ¡leche!...

...¡SE LAVEN, COÑO!