Haavoittunut enkeli -1903
Hugo Simber (1873-1917)
Ateneumin taidemuseo -Helsinki
Esta entrada era para colgarla ayer, ya sabéis cuánto amo los domingos (sobre todo por la tarde, como las lluvias que pronostican los telediarios) pero no quise alarmar al personal (si es que hay personal y si es que se alarma o si ambas cosas a la vez o si ninguna de ellas al mismo tiempo o tal vez nunca)
DOMINGO
ResponderEliminarLa veis un día domingo.
Lleva un cuerpo cansado, lleva un traje cansado
(no la podéis mirar),
un traje donde cuelgan trabajos, tristes hilos,
pespuntes de dolor, esperanzas sangrantes
hechas verdad a fuerza de ir remendando sueños,
de ir gastando mañanas, hombres de cada día,
en las estribaciones de un pan dominical.
La veis venir acaso de un azar con ternuras,
de una piedad con fábulas; la veis
venir y no sabéis que está llamándose
lo mismo que la vida,
lo mismo que su traje hecho disfraz de olvido,
hecho carne de engaño y servicial,
cortado a la medida de mensuales lágrimas,
de quebrantos tejidos con la última
hebra de la intemperie, con las briznas
de ese telar de amor donde aprendemos
la hermandad necesaria que es un cuerpo sin nadie.
Sucede que es un día más bien canción que número,
más bien como una lluvia de inclemente mirada,
de humilde mano abierta
que volverá a vestir de desnudez la vida.
Y entonces ya es mentira crecer sobre raíces,
ya es mentira ese tiempo blandamente nocivo
que se nos va quedando alquilado en la piel,
que se nos gasta hasta dejarnos
un mísero rastro de caricia vacía,
llegar a confundirnos en un domingo anónimo,
en un amor sin cuerpo, hilvanando de lástima.
Y entonces, ese día, el domingo,
viene llegando, corre, se nos acerca
(todos la conocemos),
nos mira igual que un charco
de amor recién secado, nos contagia
de todo cuanto es puro en su día siguiente,
porque está consolándose con un jornal caduco,
está desviviéndose
en una pobre sucesión de acopios para amar,
de ir contando los años por tránsitos de trajes,
por memorias zurcidas, por sueños arrancados
del retal de un domingo cegador e ilusorio.
Caballero Bonald
Kiyo como con los santos: Llama cuando quieras.
ResponderEliminarPerico
Se echan de menos esas entradas puras.
ResponderEliminar¿Cómo es que al pinchar hoy tu blog aparecía abriendolo el cante de la Alcalda de hace un año? Oju que cosas más raras.
ResponderEliminarM.S.
¿Donde andas?
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