Ilustración para la edición de Est.-Madrid,1892
...Por dondequiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí...
José Zorrilla - D. Juan Tenorio, Escena XII, vrs. 500-510
Salvador Dalí - diseño para escenografía de D. Juan Tenorio, 1950
Bien, pues según Paco El Gordo, El Tenorio no es para tanto y es una obra de teatro "normalita"... Eso será.
ResponderEliminarY según Marañón maricón, estamos buenos.
ResponderEliminarM. S.
Dentro del teatro romántico de la época es destacable, pero su importancia se la dio la hermosa tradición, que ambos añoramos, de representarlo en estas fechas no sus ripios.
ResponderEliminarLa obra de Tirso sigue pareciendome mejor.
Y ahora pregunto(y digo "pregunto" no "afirmo"):
ResponderEliminar¿no es acaso la tradición la que conserva y hace pervivir lo que para el común es notable? y ¿no estamos todos más o menos dentro de ese común, por mucho que intentemos desmarcarnos y desembarazarnos de él?
¿quién no ha visto pasar una procesión o no ha pisado una feria?
El mito donjuanesco de conquistador mujeriego y crápula es más bien cosa de guiris (el fraile se la meneaba sin descanso, de ahí su inspiración)
ResponderEliminarEl Gañotero de Carne y Hueso.
Voto a bríos que pisan más "don-juanes" las calles andaluzas que "don-quijotes", para desgracia del común de los mortales (no sólo de las féminas).
ResponderEliminarQue hoy en día prolifere también la doña-Juana, es otra cuestión, pero don Juan sigue vivo y coleando (nunca mejor dicho) aunque sea en versión "vía estrecha".
He dicho.
Srta Marley: los donjuanes que pisan las calles anadluzas, opino, son unos donjuanes "cagaos": muchos pico y fachada y poco de hombres de verdad
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